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LOS GRANDES PERDEDORES DE ESTA CAMPAÑA…

LOS GRANDES PERDEDORES DE ESTA CAMPAÑA…

Escribe: Guillermo Peña H.
Lo más lamentable de esta contienda política —que ya finalizó y que ha dejado decenas de heridos y frustraciones por doquier—, es que las mejores propuestas no han ganado, y no fue porque hayan sido escasas, lo que pasa es que ni siquiera han sido consideradas por la ciudadanía sino hasta la última hora (como acostumbra a hacer el peruano promedio cada vez que debe hacer algo importante para su destino en sociedad) cuando los planteamientos se dieron a través de los diferentes debates públicos que ofrecieron los medios de comunicación de la provincia, en donde estos buenos prospectos políticos desarrollaron un gran desempeño, demostrando su capacidad, sus conocimientos y la tecnocracia con la que fundamentaron sus propuestas. Y es más lamentable aún que estos mismos prospectos estén considerando nunca más postular a un cargo público. Gran pérdida.

Voy a ser explícito señalando un nombre con el que de seguro muchos van a coincidir: JOSÉ GUILLÉN, el ingeniero que tuvo solvencia en las distintas controversias en las que se presentó, ofrecidas en radio y TV. Su situación fue complicada desde que asumió esa gran responsabilidad en la candidatura provincial. No tuvo tiempo de preparar una buena campaña ni la intención de invertir en ella como debió. Además los líos internos de Fuerza Regional desacreditaron a la Fuerza Verde Cañete: la desorganización institucional de este movimiento fue vox populi, la falta de liderazgo y decisión de Ricardo Chavarría a la hora de seleccionar a su gente, el desorden generado por el cambio constante de candidatos (José Dulanto y Humberto Huapaya), sus polémicas renuncias y los escándalos post-salida de esa organización política acabaron con la magia de sus respectivas presentaciones y tránsito en la encargatura provincial (las que en un inicio fueron bien acogidas por la prensa local por tratarse de figuras reconocidas y/o respetadas en la provincia) y el desgaste de esa buena percepción que habían logrado entre el electorado en un momento clave: la precampaña. Y algo más, la gente simpatizaba con esas dos figuras anteriores a pesar de su precariedad económica. Como ya dije, Guillén empezó a trabajar demasiado tarde como para ejecutar alguna estrategia eficaz que lo lanzara al ruedo como el out sider que Cañete necesitaba para acabar con esa red de “candidatos prominentes” que eternizan su postulación y se resisten a reconocer que el pueblo ya no los quiere. Otro punto que pasaron por alto fue que, en ese corto tiempo en que no hubo inversión ni intención de gasto en una auténtica estrategia que lo presentara como la gran opción que era, el ingeniero confió demasiado en sus colaboradores, gente que ignora cómo desenvolverse correctamente en una contienda electoral y los procedimientos ineludibles que deben aplicarse para obtener la preferencia y el triunfo. Y perdió.

En cuanto a LUÍS REVILLA, este nuevo político (que no es lo mismo que joven político) desde un principio quiso ofrecer una imagen de hijo predilecto de Cañete, de mesías a quien los subyugados de la provincia debían aclamar y sacar del anonimato para proclamarlo públicamente rey de los “judíos”. Revilla, desde su trinchera poco atractiva, solicitaba una oportunidad manifestando ser honesto y puro, y hastiaba con demasiadas propuestas (muchas de ellas parecían ser obras para una metrópolis más que para una ciudad subdesarrollada como la nuestra). Fue soberbio, creyó que todo (s) debía (n) llegar a él por ser el elegido (¿de quién?; ni el mismo lo sabe hasta el día de hoy). Tontamente, y por voluntad propia, abandonó a su equipo y lo dejó a su suerte durante la campaña; seguramente pensó que los demás tenían la obligación de hacer todo el trabajo por él, incluso hasta la labor de campo que le correspondía por ser la imagen principal de Somos Perú-Cañete. Gran parte de la prensa le había puesto la cruz por ser incumplido en sus pactos y tratados. Es falso lo que anunciaba mediante sus mítines y spots publicitarios: “que había trabajado silenciosamente para conocer la realidad de su pueblo”. Nunca lo hizo. Desapareció por muchos meses y en ese tiempo de estar como no habido no hizo absolutamente nada por promover su candidatura. Y cuando lo hizo, ese corto tiempo con su gente lo utilizó para amenazarlos con renunciar a su candidatura, generando inseguridad entre sus colaboradores. Es decir, nunca le interesó la campaña y por ende tampoco llegar a la alcaldía. Somos Perú-Cañete nunca debió estar bajo su liderazgo, y no lo tuvo. 

Toda la responsabilidad recayó sobre su candidata a primera regidora, Carmela Yactayo, una joven entusiasta pero incumplida, con vocación de servicio pero irresponsable; con carisma pero desorganizada, con futuro pero indiferente con el presente. Mucho peso para ella. No estaba preparada. La incoherencia de estos dos personajes los colocó al final de las preferencias. No entiendo por qué las protestas y disconformidad con los resultados.

CARMELA APOLAYA. Simplemente nunca debió postular. Carece de simpatía y carisma. Debió ceder el liderazgo de Acción Popular a las nuevas promesas políticas de su partido y promover su aparición ante la opinión pública, lograr que se desenvuelvan y se conviertan en los nuevos prospectos del futuro. 

No lo hizo; su ansiedad por el poder pudo más. Está demás decir que la Apolaya no tiene talento ni solvencia para ser una candidata provincial; su participación en los debates lo evidenció.

Lo peor de todo es que ella lo sabe. Espero que se haya desengañado y no vuelva a intentar postular. 

SEGUNDO DÍAZ. El eterno segundo, tercero, cuarto, quinto, etc. Para muchos ha hecho un buen trabajo en esta campaña; pero en esta elección nadie tuvo una gran mayoría de votos, ningún candidato superó siquiera el 20%. Algo racional pero poco creíble ha dicho últimamente: “que no volverá a postular más”. Es más que notorio que la mayoría de cañetanos no lo ve ni quiere como su autoridad. Segundo nunca tuvo la intención de reinventarse ni cambiar de performance. Prefirió reivindicarse como el personaje del discurso incoherente y descabellado. Definitivamente es el candidato del paracronismo. Él debe comprender que la política no es un negocio ni una inversión rentable, sino una vocación. Ojalá que como formador de líderes que se hace llamar logre trascender a alguno para las próximas contiendas. Ojalá. 

ZULMA MATUMAY. Me van a perdonar la candidata y sus allegados, pero nunca existió. Fue invisible. Nada más que agregar.

ZÓSIMO VEGA. No tiene esa esencia, ese ángel que agrada al público. Gastó pólvora en gallinazos bulímicos que le vaciaron los bolsillos. Invirtió demasiado dinero en falsos estrategas, mediocres publicistas y seudo-asesores políticos que lo sorprendieron (y esto no es nada personal). Zósimo ya debe haber entendido que sobreactuar es contraproducente, que el show y la payasada no siempre funciona, menos en una época como la nuestra en que todos usan el mismo libreto. La publicidad excesiva no es suficiente. Ni la “Ñañita” Portocarrero ni las vedettes le jalaron votos. Y por si fuera poco, a última hora demostró su petulancia yéndose en contra de su mejor prospecto, en contra de aquel que le dio vida a su colectivo ciudadano (la casita), el candidato a concejero regional por Cañete, Dr. Andrés Oré. Ojalá no postule más. Se ahorrará muchos miles de soles.

PERCY ALCALÁ. Confió demasiado en la franquicia naranja y en su poderío económico. No hizo más.

RUFINA LÉVANO. Los tiempos cambiaron desde la última vez que dejó el cargo de alcaldesa provincial. Nunca quiso reconocerlo. Ahora que ha perdido nuevamente debería aprovechar su tiempo para dedicarse íntegramente a las labores domésticas, a cuidar a sus nietos y prepararles una riquísima sopa seca los fines de semana (tengo entendido que ese platillo le sale exquisito). Asesorada por sus engreídos, Rufina no hizo más que autoproclamarse la nueva reserva moral de Cañete y de colgarse del saco de Alex Bazán (contra quien tiene una gran animadversión), atacándolo y evocando a través de él a Javier Alvarado, el monstruo que ella misma creó en Lunahuaná hace tantos años. Descuidó sus propuestas y prefirió hablar solamente de su lucha contra la corrupción como único tema dentro de su plan de gobierno. Perdió y aún no asimila la pérdida. 

PABLO NALDA. La presunta hija no reconocida no tiene nada que ver con su pérdida. Era un candidato desfasado demasiado confiado en su pasado. No hay más que decir sobre él. 

MARÍA MONTOYA. Creyó que el dinero lo era todo para conseguir su tan ansiada reelección. Se rodeó de puros incompetentes tanto en su gestión como en su campaña política. A pesar de su segundo lugar, no ha tenido el respaldo de la población (como dije anteriormente, nadie superó el 20%). Caminó tranquila durante toda esta temporada, pues todos sus rivales se concentraron en Alex Bazán. María no tiene mérito alguno en esta campaña, todo lo conseguido es gracias a patria Joven y a la colocación estratégica de sus candidatos en los distritos, muchos de ellos autoridades en gestión que buscaban la reelección. Destruyó el estadio Roberto Yáñez y la Av. Mariscal Benavides en vano. ¿Dónde está el presupuesto para asfaltar esa vía? Joder.