Saben tanto de periodismo como de sopa seca o ceviche de pato: LOS CHISMES Y LA DIFAMACIÓN EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN…
Quienes hoy pululan micrófono en mano, además de “no tener una buena lengua”, solo sirven para repetir lo que dicen “las malas
Escribe: Félix Thomas Velázquez
El chisme entretiene y puede ser rentable, de eso dan fe los que viven de ese negocio. Al menos es lo que se puede escuchar y ver casi a diario en los medios de comunicación local, donde no existe control de calidad y sus propietarios como sus concesionarios, conocen mucho de periodismo como de sopa seca o ceviche de pato.
Para nadie es un secreto que quienes hoy pululan micrófono en mano, además de “no tener una buena lengua”, solo sirven para repetir lo que dicen “las malas”.
Según explica el profesor de comunicaciones Félix M. Velázquez Sánchez en su ensayo Los chismes y la difamación en los medios de comunicación, “desviar o enfocar la atención pública a asuntos personales, en su mayoría banales y superficiales, es restarle importancia y méritos a asuntos de interés público en los cuales se deben concentrar los esfuerzos, recursos y tiempo.
Me pregunto tendrán alguna noción quienes alquilar espacios en los medios radiales y televisivos de lo que significa la deontología del periodismo, seguro que no. Pues les resume que esta es un orden normativo que afecta a la actividad periodística. Está formado por un conjunto de normas o principios generales que, en determinadas circunstancias, se sienten como obligatorias. También desarrollan esta función reguladora, entre otros, el derecho y la moral.
Más concretamente, podría decirse que un código deontológico es un conjunto de normas específicas de la profesión que regulan la conciencia profesional de un informador. Están basadas en dos principios básicos: la responsabilidad social y la veracidad informativa. Además, exigen del profesional un continuo reciclaje y autoperfeccionamiento profesional.
Creo que para aquellos profesionales de la comunicación que los hay en Cañete y otras partes de la región Lima, solo queda aceptar la realidad y trabajar para recuperar la credibilidad perdida. Es la misión de quienes respetan y honran el periodismo profesional.