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Atención Autoridades: CONTAMINACIÓN POR CENIZAS DE BAGAZO HABRÍAN OCASIONADO MUERTE DE POBLADORA EN PARAMONGA...

Atención Autoridades: CONTAMINACIÓN POR CENIZAS DE BAGAZO HABRÍAN OCASIONADO MUERTE DE POBLADORA EN PARAMONGA...

“Toda persona tiene el derecho irrenunciable a vivir en un ambiente, saludable, equilibrado y adecuado para el pleno desarrollo de la vida”.
Ley general del Ambiente. Ley Nº 28611

Tras una agonía que duró varios meses, Adela Mendoza una humilde mujer del Poblado de Nueva Esperanza en Paramonga, provincia de Barranco, falleció el 28 de diciembre del año pasado, víctima de graves complicaciones en el sistema respiratorio, que según declaraciones de la familia habrían sido ocasionadas por la absorción de las ceniza del Bagazo y la contaminación que despide la empresa Azucarera Paramonga AIPSA.


Los fuertes dolores y ataques de tos, fueron la voz de alerta, pero la falta de recursos para un diagnóstico preciso, hizo que la fibrosis pulmonar fuera el inicio del deterioro de todos sus organismos. La mujer que ya no podía sostenerse en pie, dependía de la ayuda de sus hijas para movilizarse y hacer sus necesidades biológicas. Llegó un momento en que no tenía las fuerzas necesarias para sostener su cuchara y alimentarse.


Según declaraciones de Viviana Florentino, hermana de Flor, la empresa AIPSA se ha negado a responsabilizarse por la enfermedad que padecía su madre y mucho menos ha aceptar que su muerte fuera por culpa de las cenizas del bagazo. Sin embargo según el certificado de defunción, las causas de la muerte fueron: Paro Cardio Respiratorio, Insuficiencia Respiratoria, Fibrosis Pulmonar y Cáncer Pulmonar. Incluso, cuenta Viviana, que el doctor Changa le sugirió que sacaran a su madre de Nueva Esperanza porque no podía seguir absorbiendo la contaminación que la fábrica ocasionaba.


Con lágrimas de indignación, Viviana indicó que era imposible luchar con una empresa tan grande. “O luchábamos contra ellos, o aceptábamos lo que nos ofrecían”. Los medicamentos para el tratamiento eran muy costosos, y la empresa AIPSA les dijo que por una cuestión de “solidaridad” le podían dar S/.500.00 mensuales aunque no era su obligación, lo hacían por humanidad.Hecho que fue tomado por la familia como un acto de humillación, al darles una especie de limosna. Los gastos que generó la penosa enfermedad superaban esta cifra y fueron solventados con créditos de consumos en dos cajas municipales, y ahora la familia se encuentra endeudada.


Flor Tolentino, hija de Adela declaró con profunda tristeza, cómo falleció su madre. “Se despertó tosiendo; los ataques eran más seguidos que de costumbre. No podía hacer nada por ella, sólo estar a su lado y esperar, la impotencia me pesaba como nunca. Mi madre parecía una velita que se iba apagando de a pocos; le salía espuma por la boca y su tos se prolongaba cada vez más. Hasta que se fue”, cuenta con la mirada perdida entre el recuerdo y el dolor.


Cualquier persona puede verificar sin ser especialista que las cenizas y el polvillo, están presentes en todos los objetos de la zona, en la ropa tendida, en los autos, en los patios y corrales, que hay una larga lista de personas con afecciones respiratorias e incluso oftalmológicas.


Si el poderoso Grupo Wong y su empresa AIPSA tienen responsabilidad directa sobre la enfermedad y el padecimiento de toda una familia, y si las autoridades de salud no han tomado cartas en el asunto, es alarmante pensar en lo que pueda suceder con la población que sigue respirando estos desechos y contaminación, que van deteriorando su salud y calidad de vida, pero es aún más alarmante e indignante que las limitaciones económicas y la falta de recursos una vez más impidan que se haga justicia.


La enfermedad y la muerte no sólo es un gran negocio para las industrias farmacéuticas irresponsables, sino también para algunas corporaciones industriales desalmadas que han deformado el verdadero concepto de desarrollo y al concentrase solo en el lucro, ponen en riesgo la vida. Es momento de exigir un país mejor para todos, esa justicia social que tanto nos anunciaron, para no esperar que la desgracia toque a nuestra puerta, y entonces sea demasiado tarde.